Descripción

La situación de guerra civil en Vietnam favoreció la salida de Francia en 1954 dividiendo el país entre los dos sectores políticos el del Norte con un ejército procomunista liderado por Ho Chi Minh con capital Hanoi que no aceptó la división y el del sur con presidente Ngô Dình Diêm más abierto a la presencia europea con capital Saigón. Las guerrillas del norte o Vietcong se vieron reforzadas con armamento de China y Rusia. EE.UU. comprobando que el envio de armamento y asesores no era suficiente decidió intervenir directamente a la vez de internacionalizar el conflicto con la implicación de sus aliados: Australia, Nueva Zelanda, Filipinas, Tailandia, Pakistán, Reino Unido, Alemania, etc. y también España conocida por su política anticomunista y con la que se habían establecido acuerdos de amistad y colaboración mútua incluida la entrega al Ejército Español de excedentes norteamericanos que renovarían el envejecido armamento en su mayoría aún procedente de la guerra civil.

La solicitud de EE.UU. llegó en 1966 en aquel momento Vietnam era un país en guerra y los atentados del Vietcong se producían incluso en Saigón; el gobierno español rehusó el intento del presidente de EE.UU., Lyndon B. Johnson de participar con un continguente militar se decantó de forma diplomática por una ayuda humanitaría a través de personal militar de Sanidad Militar del Ejército de Tierra convocando 14 plazas que habrían de cubrir médicos y enfermeros de forma voluntária se sabe alguno lo fue por presión de su superior y finalmente fueron 12 los enviados.

A primeros de septiembre salieron en un avión de la Pan American acompañados por el embajador Santiago Tabanera representante español en Tailandia y agregado en Vietnam. Al llegar al aeropuerto fueron recibidos por un oficial y una furgoneta norteamericana, traslado al hotel Península de Saigón donde se les informó de la situación militar y sanitária de donde irían destinados y en pocos días traslado de 45 km. a la población de Go Cong de 30.000 habitantes en el delta del Mekong. Allí quedaron destinados relevando al Grupo Militar Norteamericano del Programa Provincial de Asistencia Sanitaria; era un pequeño hospital, a 2 km. un acuartelamiento militar donde residir y a los que se les asignaron 2 barracones uno más cómodo para oficiales otro menos para suboficiales pero con ventiladores y aire acondicionado.

Se les entregó uniforme norteamericano al que añadieron distintivo español de la Misión y galones españoles, en tiempo de descanso se les permitía el uso de uniforme militar español, chaleco antibalas, fusil M-16 y la pistola Colt Goberment M1911, que llevaban en los desplazamientos normalmente muy peligrosos con acciones constantes de combates en la zona. Tenían acceso libre al comedor, salas de ocio y eventos igual que el resto de militares norteamericanos. 

El hospital disponía de 150 camas dirigido por el doctor Dinh Ba Hao, cirujano especialista en ginecología y personal nativo, su construcción eran pabellones aislados de una planta organizados según el tipo de atención fueran consultas externas, hospitalización había heridos de guerra, quirófano, pediatría, etc. con condiciones pésimas, sin colchones, sin sábanas...El hospital atendia de 8 a 18 horas y los horarios de guardias, indistinto a civiles y militares. El personal sanitário español no solo se enfrentó a atender mutilaciones, cangrenas, quemados por napalm,, etc. si no también a enfermedades tropicales casi desconocidas en España principalmente las probocadas por falta de higiene en comidas y agua contaminada: paludismo, difteria, fiebres tifoideas, parasitosis intestinales, disentería y diarrea que afectaban muy especialmente a los niños produciendo gran mortalidad. El equipo español tanto en el hospital como desplazándose realizaron campañas de vacunación.

Los miembros de la misión española en febrero de 1967 fueron visitados por el entonces corresponsal de ABC, Luis María Ansón el cual transcribió a su periódico su situación y necesidades quizás el conocimiento en la prensa española de la presencia de estos médicos militares apenas se había dado a conocer motivó que el Jefe del Estado les hiciera llegar a cada uno dos botellas de coñac y una caja de puros. Después también serían visitados por el escritor José María Gironella.

El compromiso del voluntariado era de un año y luego fueron relevados por periodos de 6 meses sin embargo parte del primer contingente decidieron una vez regresados repetir estos fueron Capitán Linares que ascendido a comandante se mantuvo como jefe de la misión hasta el repliege de la misma en octubre de 1971, el capitán Rodríguez González, el brigada Baz y el brigada Gutiérrez de Terán. No hubo ningún herido grave en el contingente español. Todos los sanitarios españoles recibieron honores del Ejército de Vietnam del Sur como la Medalla de Honor de Primera Clase y Medalla de Campaña; por parte de EE.UU la Army Commendation Medal y en especial el comandante José Linares Fernandez la Estrella de Bronce en marzo de 1972 de manos del Agregado Militar en la Embajada de Estados Unidos, coronel de Estado Mayor James T. Dixon. En los 5 años que se mantuvo la Misión pasaron 50 miembros entre médicos y enfermeros.

Primer contingente enviado:

-Comandante médico Argimiro García Granado, radiólogo y jefe de la misión

-Capitán de intendencia Manuel Vázquez Labourdette, administación y enlace con EE.UU.

-Capitán médico José Linares Fernández, cirujano plástico y dermatología

(Capitanía General de su Granada)

-Capitán médico Francisco Faundez Rodríguez, medicina general

-Capitán médico Luciano Rodríguez González, medicina general

-Teniente enfermero Manuel García Matías, análisis clínicos

-Subteniente enfermero José Bravo López-Baños, auxiliar quirófano

-Subteniente enfermero Francisco Pérez, anestesista

-Brigada ATS Ramón Gutiérrez de Terán, auxiliar quirófano

(II Bandera Paracaidista, en Alcalá de Henares)

-Brigada enfermero Juan Outón Barahona, auxiliar quirófano

-Brigada enfermero Juan Pérez Gómez, curas y auxiliar consultas externas

-Brigada enfermero Joaquín Baz Sánchez, pediatría

 

 

 

 

Comentarios

ATENCIÓN - Tienes que ser miembro de Amigosdelamili.com para poder participar y escribir con los demás.

PINCHA AQUÍ Y ÚNETE YA A Amigosdelamili.com

Los comentarios están cerrados.

Comentarios

  • CARTA DEL PRESIDENTE DE EE.UU. A FRANCO:
     
        “Excelencia:
     
       He rogado a mi embajador le transmita mi sincero enjuiciamiento de la situación en Vietnam del Sur.
     
       En los últimos meses se ha incrementado la agresión abierta contra el pueblo y el Gobierno del Vietnam y les han sido impuestas muy graves cargas a las fuerzas armadas y al pueblo vietnamita.
     
       Durante dicho período, como VE. conoce, y a causa de la firme y rígida oposición de Hanoi y Pekín, no han podido tener éxito los reiterados y constructivos esfuerzos realizados por muchos gobiernos para llevar este problema a la mesa de conferencias.
     
       A lo largo de estos últimos días he estado revisando la situación a la luz de recientísimos informes, procedentes de mis colaboradores de mayor confianza. Aunque aún no se han adaptado decisiones definitivas, puedo decirle que parece seguro será necesario incrementar las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos en un número que podría igualar, o ser superior, al de los 80.000 hombres que se encuentran ya allí.
     
       Deseo sepa V.E. que al propio tiempo que realizamos este importante esfuerzo adicional, continuaremos haciendo todo posible esfuerzo político y diplomático para abrir paso a un arreglo pacífico.
     
       Continuaremos también usando toda clase de prudencia y moderación para evitar que la guerra pueda extenderse en el continente asiático. Nuestro objetivo sigue siendo el de que finalice en Vietnam toda injerencia exterior de forma que el pueblo de dicho país pueda decidir su propio futuro.
     
       En esta situación debo expresarle mi profunda convicción personal de que las perspectivas de paz en Vietnam aumentarán grandemente en la medida en que los necesarios esfuerzos de los Estados Unidos sean apoyados y compartidos por otras naciones que comparten nuestros propósitos y nuestras preocupaciones. Sé que su Gobierno ha mostrado ya su interés y preocupación concediendo asistencia. Le pido ahora que considere seriamente la posibilidad de incrementar dicha asistencia mediante métodos que indiquen claramente al mundo y quizás especialmente a Hanoi— la solidaridad del apoyo internacional a la resistencia contra la agresión en Vietnam y al establecimiento de la paz en dicho país.
     
       He pedido al embajador Duke se ponga a su disposición para cualquier consulta que desee hacerle sobre este asunto.  
     
       Sinceramente,
     
     Lyndon B. Johnson  
     PRESIDENTE DE LOS EE.UU. DE AMERICA”  
     
    CARTA DE RESPUESTA DE FRANCO :  
     
       “Mi querido Presidente Johnson:
     
       Mucho le agradezco el sincero enjuiciamiento que me envía de la situación en el Vietnam del Sur y los esfuerzos políticos y diplomáticos que, paralelamente a los militares, los Estados Unidos vienen desarrollando para abrir paso a un arreglo pacífico. Comprendo vuestras responsabilidades como nación rectora en esta hora del mundo y comparto vuestro interés y preocupación, de los que los españoles nos sentimos solidarios en todos los momentos. Comprendo igualmente que un abandono militar de Vietnam por parte de los Estados Unidos afectaría a todo el sistema de seguridad del mundo libre.
     
       Mi experiencia militar y política me permite apreciar las grandes dificultades de la empresa en que os veis empeñados: la guerra de guerrillas en la selva ofrece ventajas a los elementos indígenas subversivos que con muy pocos efectivos pueden mantener en jaque a contingentes de tropas muy superiores; las más potentes armas pierden su eficacia ante la atomización de los objetivos; no existen puntos vitales que destruir para que la guerra termine; las comunicaciones se poseen en precario y su custodia exige cuantiosas fuerzas. Con las armas convencionales se hace muy difícil acabar con la subversión. La guerra en la jungla constituye una aventura sin límites.
     
       Por otra parte, aun reconociendo la insoslayable cuestión de prestigio que el empeño pueda presentar para vuestro país, no se puede prescindir de pesar las consecuencias inmediatas al conflicto. Cuanto más se prolongue la guerra, más empuja al Vietnam a ser fácil presa del imperialismo chino, y aun suponiendo que pueda llegar a quebrantarse la fortaleza del Vietcong, subsistirá por mucho tiempo la acción larvada de las guerrillas, que impondrá la ocupación prolongada del país en que siempre seréis extranjeros. Los resultados, como veis, no parecen estar en relación con los sacrificios.
     
       La subversión en el Vietnam, aunque a primera vista se presente como un problema militar, constituye, a mi juicio, un hondo problema político; está incluido en el destino de los pueblos nuevos. No es muy fácil al Occidente comprender la entraña y la raíz de sus cuestiones. Su lucha por la independencia ha estimulado sus sentimientos nacionalistas; la falta de intereses que conservar y su estado de pobreza les empuja hacia el social-comunismo, que les ofrece mayores posibilidades y esperanzas que el sistema liberal patrocinado por el Occidente, que les recuerda la gran humillación del colonialismo.  
     
       Los países se inclinan en general al comunismo, porque, aparte de su poder de captación, es el único camino eficaz que se les deja. El juego de las ayudas comunistas rusa y china viene siendo para ellos una cuestión de oportunidad y de provecho.
     
       Es preciso no perder de vista estos hechos. Las cosas son como son y no como nosotros quisiéramos que fueran. Se necesita trabajar con las realidades del mundo nuevo y no con quimeras. ¿No es Rusia una realidad con la que ha habido que contar? ¿No estaremos en esta hora sacrificando el futuro a aparentes imperativos del presente? A mi juicio, hay que ayudar a estos pueblos a encontrar su camino político, lo mismo que nosotros hemos encontrado el nuestro.
     
       Ante los hechos nuevos, no es posible sostener la rigidez de las viejas posiciones. Una cosa es lo que puedan acordar las grandes naciones en Ginebra y otra es el que tales decisiones agraden a los pueblos. Es difícil de defender en el futuro y ante los ojos del mundo esa división artificial de los países, que si fue conveniencia de momento dejará siempre abierta una aspiración a la unidad.
     
       Comprendo que el problema es muy complejo y que está presidido por el interés americano de defender a las naciones del sudeste asiático de la amenaza comunista; pero siendo ésta de carácter eminentemente político, no es sólo por la fuerza de las armas como esta amenaza puede desaparecer.  
     
       Al observar, como hacemos, los sucesos desde esta área europea, cabe que nos equivoquemos. Guardamos, sin embargo, la esperanza de que todo pueda solucionarse, ya que en el fondo, los principales actores aspiran a lo mismo: los Estados Unidos, a que el comunismo chino no invada los territorios del sudeste asiático; los Estados del sudeste asiático, a mantener a China lo más alejada de sus fronteras; Rusia, a su vez, a que su futura rival, China, no se extienda y crezca, y Ho Chi Minh, por su parte, a unir al Vietnam en un Estado fuerte y a que China no lo absorba.
     
       No conozco a Ho Chi Minh, pero por su historia y sus empeños en expulsar a los japoneses, primero, a los chinos después y a los franceses más tarde, hemos de conferirle un crédito de patriota, al que no puede dejar indiferente el aniquilamiento de su país. Y dejando a un lado su reconocido carácter de duro adversario, podría sin duda ser el hombre de esta hora, el que el Vietnam necesita.
     
       En este interés superior de salvar al pueblo vietnamita y a los pueblos del sudeste asiático, creo que vale la pena de que todos sacrifiquen algo.
     
       He deseado, mi querido Presidente, haceros estas reflexiones confidenciales en el lenguaje directo de la amistad. Aunque sé que muchas están en vuestro ánimo, le expongo lealmente mi juicio con el propósito de ayudar al mejor servicio de la paz. y del futuro de los pueblos asiáticos.  
     
       Su buen amigo,
     
    Francisco Franco  
    JEFE DEL ESTADO ESPAÑOL”
     
    Carta de Francisco Franco a Lyndon B. Johnson (18 de agosto de 1965) - F.N. Francisco Franco
    La opinión de Franco sobre la guerra de Vietnam
Esta respuesta fué eliminada.