El patriota español de Cristo Rey que luchó contra el ISIS

Por el hotel de periodistas de la ciudad kurda de Kobane corrieron a finales de 2017, en vísperas de la caída de Raqqa, capital del califato, unas imágenes de vídeo donde se mostraba a un puñado de milicianos con aspecto de extranjeros combatiendo a pocos metros del estadio de Raqqa donde resistían los últimos yihadistas del Daesh. Eran la punta de lanza de la coalición que estaba tratando de acabar con las ratas islamistas. No había nadie más expuesto ni que arriesgara más su vida frente a aquellos asesinos despiadados. Entre ellos y los furiosos mercenarios del Estado Islámico no se interponía nada, salvo el sonido de sus armas.Uno pensaba al ver aquello que la casa donde se protegían los soldados iba a saltar hecha pedazos. A través de un boquete abierto en la pared se apreciaba, a apenas unos metros, las inmediaciones del estadio, e intermitentemente, entre el sonido de disparos, aparecía un miliciano de aspecto fornido y con barba poblada disparando un RPG contra los yihadis. Ninguno de los españoles allí presentes ignoraba quién era y qué estaba haciendo allí; a todos les constaba que el soldado con el parche de Apo Ocalan y la insignia de la milicia YBS en la charretera había protagonizado una de las historias más insólitas del primer conflicto bélico que ha logrado reunir en sus mismas filas a patriotas cristianos con activistas transgénero, nacionalistas de todos los pelajes y los tipos más duros del anarquismo libertario y de la izquierda comunista filoestalinista. Ninguna otra guerra hizo jamás tan extraños compañeros de viaje.El miliciano de la barba -conocido con el sobrenombre de Simón- era en realidad Juan Manuel Soria, un ex militar de 48 años, con familia e hijos, al que en su día la prensa señaló por su implicación en un juicio contra un supuesto grupo de neonazis, del que salió absuelto, aunque «estigmatizado de por vida». Incluso los servicios secretos israelíes del Mossad llegaron a advertir a las milicias kurdas de las YPG -el brazo armado del Comité Supremo Kurdo del Kurdistán sirio que combate contra el IS- que habían aceptado a un supuesto «nazi» entre sus filas. Claro que por qué iban a escuchar los kurdos a los tipos que entregaron a los turcos a su líder, Apo Ocalan.Ayudando a inmigrantesLo cierto es que el valenciano jamás se tuvo por un «nazi». Sí por un patriota tradicionalista, caballero de Cristo Rey, idealista y revolucionario a la manera de la ultraderecha.-Ni soy racista, ni hubo palizas a emigrantes (en Valencia)... No tengo que justificarme por algo de lo que fui absuelto en los tribunales. Antes de viajar a Mesopotamia pasé 5 años en Marruecos ayudando a inmigrantes en una parroquia.
Fue el español que más mandó contra el Daesh, aunque el Mossad le considerara "un nazi"
Su caso, por supuesto, fue investigado por los kurdos, pero los confederalistas libertarios de Rojava no sólo creyeron en sus buenas intenciones, sino que le ascendieron a kadro o comandante de una unidad yazidí con base en la región iraquí de Sinyar (YBS). Soria se ganó el respeto de los mandos y terminó convertido en el primer español que lideraba una subunidad militar creada por el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). ¿Cómo se hizo valer entre los recelosos mandos kurdos? Cuantos extranjeros combatieron junto a él hablan de su sentido de la camaradería. Junto a él pelearon hasta el último segundo en primerísima fila algunos españoles más, como el orensano Samuel Prada León, alias Baran Galicia, 25 años, abatido por los turcos el 10 de febrero en Afrin, el primer mártir español entre las filas de la milicia kurda de las YPG, y cuyo entierro se celebró esta semana en Siria.Tal es el caos bélico reinante en esa ciudad que sus compañeros de armas españoles solicitaron a las autoridades militares el pasado viernes la exhumación de su cadáver porque albergan serias dudas acerca de la verdadera identidad del soldado sepultado. Según afirman, los kurdos no han enviado a España ni una copia de las huellas digitales de Samuel ni una foto de su rostro, lo que podría plantear problemas burocráticos a la hora de certificar su defunción. Por otro lado, al decir de los milicianos españoles que todavía permanecen en Afrin, «el enterrador kurdo que dio sepultura al gallego asegura que yace bajo la lápida de Shid Baran tenía un tatuaje, a diferencia de Samuel, quien sólo presentaba, como característica visible, algunas cicatrices. Antiguos compañeros en las YBS especulan con la posibilidad de que el cuerpo del orensano se halle bajo los escombros, extremo que aún no había sido confirmado al cierre de esta edición de Crónica.A diferencia de su ex camarada Samuel, Juan Manuel Soria regresó con vida, tras sobrevivir a varios de los frentes más peligrosos del planeta. No son pocas las fotos donde aparece entre sus compañeros de armas con la bandera española de Cristo Rey entre las estrellas rojas de la iconografía socialista. Ante un collage tan improbable, uno se preguntaba si sus compañeros compartían sus simpatías por esta aventura militar a caballo, digamos, de los malditos rojos y misa de 12 en Tel Tamer. -Yo no me debo a nadie, ni tengo que justificarme ante nadie. Hubo gente a la que le sentó bastante mal. Allá ellos -nos confesaría a bocajarro.Si algo detesta el valenciano es que se le describa como un arrepentido. De hecho, nunca vio contradicción alguna entre sus ideales y los de la milicia kurda en la que sirve. El respetado miliciano británico Jack Holmes -fallecido en Raqqa hace unos meses cuando se hallaba en compañía del gallego Arges Artiaga- decía que Simón era la clase de soldado al que le confiaría las espaldas.

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