El «Refugees Welcome» desborda a Carmena

a mayor demanda de plazas en los albergues para personas sin hogar por la ola de frío y la llegada de varias decenas de refugiados a la capital han llevado al límite a los servicios sociales del Ayuntamiento. La red Interlavapiés y la parroquia San Carlos Borromeo dieron la voz de alarma la semana pasada y han tenido que pasar varios días para que el Gobierno de Manuela Carmena, el mismo que colocó el cartel de «Refugees Welcome» en la fachada de Cibeles, mueva ficha. La alcaldesa anunció ayer la habilitación de dos edificios municipales para tener una mayor capacidad de respuesta ante este tipo de emergencias al tiempo que cargó contra el Ministerio de Empleo por su falta de lidarazgo en la acogida de refugiados.

La crisis que ahora se ha hecho patente lleva tiempo gestándose. Las ONG que trabajan con las personas con menos recursos vienen denunciando desde enero que más de 80 inmigrantes han dormido durante este mes en la calle. Cáritas destacó en diciembre que en Madrid había 3.000 personas sin hogar frente a las 2.059 que el propio consistorio reconoció apenas un año antes. En este contexto, los grupos de la oposición también avisaron hace tiempo de la «emergencia social» que representa el sin hogarismo en la ciudad. El portavoz del PP, José Luis Martínez-Almeida, ya criticó hace un par de meses la inacción del Ejecutivo de Ahora Madrid en esta materia «pese a su continua propaganda social y sus carteles de ''welcome refugees''» y Purificación Causapié, del PSOE, insistía en ello esta misma semana: «No puede haber ninguna carencia en el ámbito de la política social».

Esta situación ha terminado por complicarse en los últimos días. La bajada de temperaturas ha multiplicado la demanda de plazas de la campaña del frío. A ello se ha unido la llegada de un grupo de inmigrantes procedentes de otros países. Según el consistorio, se trata fundamentalmente de subsaharianos y, en menor medida, de refugiados sirios. Esta situación, aseguran fuentes de la concejalía de Equidad y Derechos Sociales, obligó al Ayuntamiento a habilitar nuevos recursos de alojamiento que permitieron «el pasado viernes 2 de febrero satisfacer la demanda existente». De hecho, según precisa el Gobierno municipal, este refuerzo ha hecho que en la noche del martes no se cubrieran todas las plazas disponibles. «Hemos tenido días que, sin esperarlo, han venido autobuses con 80, 90 o 100 personas y hemos tenido que establecer nuevos albergues», reconocía ayer Carmena. Además de anunciar la habilitación de un centenar de plazas adicionales en dos edificios municipales de Moncloa y Chamartín, la alcaldesa también responsabizó de esta situación en la Secretaría de Estado de Inmigración: «No sabemos qué está pasando, por qué no se les atiende. La impresión que tenemos es que el servicio estatal de migración, por lo que sea, no está funcionando».

Malestar en Inmigración

La acusación de Carmena al Ministerio causó un enorme malestar en el departamento que dirige Fátima Báñez. El motivo es que aseguran que llevan desde el día 29 de enero verificando si los migrantes que el Ayuntamiento le ha ido comunicando sobre su llegada a Madrid son o no solicitantes de asilo. De hecho, la secretaria de Estado, Marina del Corral, se reunió el pasado viernes con la responsable del departamento de los Servicios Sociales municipales, Marta Higueras, para hablar sobre la llegada de varios grupos a Madrid, por lo que ayer, desde su departamento se mostraban sorprendidos por el «cambio de actitud de un día para otro» del Ayuntamiento al pasar de «colaborar» a «echarnos la culpa».

El Estado es quien debe atender las demandas de asilo que llegan a España. Una vez comprobado que la persona que lo solicita cumple con los requisitos o el perfil del refugiado, entra en el protocolo que les proporciona seguridad y una solución habitacional. La asignación de un albergue o centro de acogida se hace mediante un sistema aleatorio que reparte de forma proporcional a los refugiados por toda España. Sin embargo, muchas de las personas que llegan en esta situación a España suelen acudir en primer lugar a los servicios sociales de los ayuntamientos o a ONG. Son éstos quienes muchas veces ponen en conocimiento del ministerio la llegada de grupos solicitando asilo, al tiempo que les atienden a través de las redes de albergues municiciales o del Samur Social –en el caso del Ayuntamiento de Madrid– o mediante los recursos con los que cuenta cada ONG, si son éstas las que les atienden. Según fuentes de Empleo, en la última semana el Ayuntamiento ha trasladado al ministerio una lista de 87 personas llegadas a Madrid pidiendo asilo. De éstas, sólo cuatro han formalizado la solicitud de protección internacional. Estas mismas fuentes explicaron ayer a LA RAZÓN que entre los nombres que el Ayuntamiento ha pasado al Ministerio de Báñez para analizar si pueden y quieren acogerse al programa internacional no hay constancia de que haya subsaharianos, tal y como dijo ayer la alcaldesa. Este grupo estaría formado por 11 familias (con 44 personas), dos de ellas de origen sirio que ya entraron en el programa internacional de asilados, pero finalmente lo rechazaron y por tanto quedaron fuera del sistema. También han llegado a Madrid siete familias venezolanas y dos salvadoreñas, además de personas de Rusia y Cuba.

Usera se rebela contra el albergue de Santa María de la Cabeza

La presidenta del distrito de Usera, Rommy Arce, suspendió ayer el pleno en un momento en el que un grupo de vecinos protestaron contra la apertura de un albergue para diferentes colectivos, entre ellos personas sin hogar o drogodependientes, en el número 133 del Paseo de Santa María de la Cabeza, que los vecinos no quieren por estar junto a dos parques infantiles. Acusaron además a Arce de negarse a reunirse con ellos para recoger sus reticencias. Con los albergues saturados y sin ya casi posibilidades de atender a las personas sin hogar en plena campaña del frío y a los refugiados que en las últimas semanas han llegado a Madrid solicitando regufio, la misma Rommy Arce inauguró hace sólo unos días en la Casa del Reloj, situada junto a Matadero, la exposición «En tierra de nadie» con la que pretenden que los madrileños se pongan «en la piel» de los refugiados. La muestra (en la imagen) cuenta con una enorme concertina con la que se busca la «indignación de los visitantes contra la militarización de las fronteras.



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