Ahora me limitaré a colocar el enlace con la sentencia íntegra  del Pleno de la Sala contencioso-administrativa del Tribunal Supremo, de 27 de noviembre de 2018 (rec.5911/2017)  ya que merece que cada uno la lea por sí mismo (11 votos particulares lo aconsejan), y extraiga su propia opinión, no tanto sobre el tema de fondo (resuelto con el machete del Decreto-ley) sino sobre cuestiones como las siguientes:

  • ¿Dónde está la seguridad jurídica, en la jurisprudencia o en la actuación del legislador o ejecutivo para rectificarla?
  • ¿Merece calificarse de jurisprudencia lo que son sentencias de Sección y Pleno sucesivas en un lapso efímero de tiempo, o hablamos de jerarquías y legitimidad en función de mayores votos?
  • ¿Las técnicas de deliberación y votación valen para todos los casos o debe existir algún tipo de orden y criterios de debate en las grandes cuestiones, que eviten que las formas decidan el fondo?
  • ¿Refleja la sentencia y votos particulares lo que realmente se dijo en el Pleno, o al plasmarse por escrito se han suavizado o amplificado?
  • ¿Es mejor para la Justicia y la seguridad jurídica que exista “voz única” sin permitirse votos particulares, o en cambio enriquece la visión del derecho que existan votos particulares?
  • ¿Por encima de la técnica jurídica debe alzarse una suerte de visión institucional cuando hablamos del Supremo o es una aberración considerar el peso de factores de contexto y oportunidad?
  • ¿Los votos particulares, todos y cada uno de ellos, e incluso los mayoritarios son fruto del corazón, de la razón, de la pasión o de la soberbia?, ¿son inmunes los magistrados a la resonancia social de su criterio?
  • ¿Puede culparse a los jueces de las posibilidades de leyes que aprietan, pero no ahogan a los intérpretesy provocan dispares resultados?

Muchas cuestiones para reflexionar o para estudiar desde el punto de vista procesal, sociológico o psicológico. Cada uno debe buscar sus propias respuestas.

Por mi parte creo que es una sentencia crucial en la vida del Supremo. No solo de la Sala contenciosa sino de todas las Salas del Supremo. Habrá un antes y un después. Como los espejos rotos, no quedan igual tras recomponerlos.

Sin embargo, los juristas sabemos que el derecho juega bajo la regla científica de ensayo-error, pues así unas leyes modifican otras leyes, una jurisprudencia desplaza la anterior, unos tribunales provocan efecto reflejo sobre otros, y existen las simples rectificaciones de errores, sin olvidar que “apelaciones y casaciones traen constantes revisiones”. Derecho es cambio y sorpresa. Y nada malo resulta que los cambios o las sorpresas respondan a perspectivas técnicas, debidamente razonadas, como es el caso.

También confío en que los magistrados de la Sala que han sufrido las tensiones propias de tan insólito escenario, consigan cicatrizar las heridas pues la lectura de la sentencia y de los votos particulares rezuma excesos dialécticos, junto con reflexiones de gran altura. Es humano comprender que tales excesos perturban a quienes accedieron al Supremo para contribuir lealmente con su trabajo y ciencia y que jamás soñaron tener que soportar grescas ni censuras más o menos veladas de una u otra parte.

De ahí que aceptemos que la Sala contencioso-administrativa del Supremo no es infalible, ni en el fondo ni en las formas, pero creo que ello no empaña la seriedad y calidad de todos y cada uno de los magistrados que la integran, así que la Sala contencioso-administrativa del Supremo cuenta con legitimidad sobrada para confiar en ella, y debemos seguir caminando, y que la rueda de la Justicia avance. E igualmente nada quita que ayer los magistrados se hayan batido el cobre como guerreros y hoy sigan avanzando como caballeros, pues triste sería que el retrovisor de ese pleno lastrase la jurisprudencia venidera, aunque confío en la grandeza de los magistrados para que los agravios personales queden fuera de las deliberaciones futuras.

Pasemos página y confiemos todos en que este incidente sirva para que el modelo jurisdiccional mejore. Creo que ha sido una vacuna, y como tal, la dosis del mal que ha supuesto, mejorará el sistema inmunológico y la Justicia se robustecerá. Lo hará. Seguro.

 

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